viernes, 11 de octubre de 2013

Oveja negra

mariajo2040@gmail.com

Anoche recordaba mi paso por el Colegio de la Misericordia, especialemnte las Hermanas María Gracia y Divina, la segunda eligió el nombre por la Divina Palabra. ¡Nada que ver con Cris Morena, que en ese tiempo no existía, por lo menos cómo tal, al menos se salvó de pagar coopi grip.
 
Las dos me tenían ojeriza. ¡A mi! Que en solo año y medio había logrado ser la oveja negra del colegio entero, no es que me preocupara mucho, ese era un lugar conocido para mi.
Mis trece años, hormonas y fenormonas en ebullición enfrentada a las autonominadas ovejas del Señor, es decir blancas, yo les quería demostrar que el mundo era "ancho y ajeno", ellas que el suyo era estrecho, perfumado, seguro y lleno de amor. Amor de El. Yo quería saber. -Sí de acuerdo pero, con cuántas lo comparten? ¿Cuántas son? Por más Dios que fuera, ¿Cómo podría satisfacerlas a todas?, ¿Y los orgasmos?
Las miradas de horror me taladraban pero no lograban callarme ni evitar que mis pensamientos se atropellaran.
Para explicarme mejor les di un ejemplpo, supongamos que Dios es un rey terreno, elijo a Juán Carlos de España, presten atención, no solo por que sus iniciales son JC, sino porque cincuenta años atrás estaba bueno, en cambio los restantes reyes tenían una cara de boludos que no era para calentar a nadie, por más monja carenciada que fuera, volviendo a mi ejemplo, a Juán Carlos le toca un convento enorme lleno de ovejas. ¿Cómo hace? ¡Imposibler!. Entonces manda a servirlas a su representante, o sea. ¡No es lo mismo! Además por cada sacerdote que esté bueno hay sesenta que no sirven ni para repuesto. Y eso que tienen el audio de todos los pecados capitales. ¡Pero no se calientan! Les cuento que el director del colegio tenía más de setenta años, no levantaba los pies para caminar ni la vista para mirarnos. ¿Ustedes creen que podría levantar algo interesante? Yo no.
Cuándo me expulsaron creí ver una mirada de ironía piadosa en los ojos de las dos hermanas, pero no le di importancia, el mundo era...y yo estaba dispuesta a disfrutarlo a fondo.
Pero pasó el tiempo...pasó...pasó y recordé las miradas de despedida de las monjas y recién entonces comprendí ese mundo protegido que detesté.
Y comprendí...que mis ovejas blancas no necesitaban cirujano plástico para sacar o peoner, ni preocuparse por la última moda de maquillaje, ni gimnasio ni dietas, su trajecito negro que no pasa de moda las aisla del frío y las protege del sol, ese enemigo serial de la piel, en cuanto al calzado, taco bajo, acordonados, anchos, los deditos se hacen una fiesta en lugar de estar amontonados unos sobre otros y además evitan el riesgo de romperse un tobillo por subirse a esos tacos inverosímiles de Ricky Sarkani. Pero lo mejor es no tener que entrar en competencia por el mercado varonil del que quedan muy pocas piezas sin averia. La mayoría de nosotras nos enconatramos en la edad madura, por supuesto solo las que tenemos suerte, con prestaciones discontínuas...y somos afortunadas, que la mayoría ni eso!
Además los orgasmos no son gratis, de una u otra manera siempre los pagamos. En cuánto a la maternidad, está sobrevaluada, si antes de embarazarnos nos contaran que un hijo es para siempre, y que en todas y cada una de sus dificultades  recurren a mamá, así tengan cincuenta años y nosotras el doble, lo pensaríamos dos veces antes de embarcarnos en una hipoteca de por vida, yo me hubiera dedicado a criar malvones, no requieren mucha paciencia y se llenan de flores.
Después comparé la vida de las ovejas negras y blancas, entendí sus miradas, es verdad que algo de razón tenían pero a pesar de todos los inconvenientes yo me divertí un montón...y cuándo tuve que pagar pagué, con mucho gusto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario